viernes, 16 de julio de 2010

Día 15: Kiso Valley, el día más largo

Para el día nos propusimos hacer un largo viaje hasta Magome, un pueblo a una hora y media de Nagoya, en la prefectura de Nagano, para ir desde allí a Tsumago, un pueblo cercano, a través de una ruta de senderismo que atraviesa la montaña.

De Shibuya a Nagoya fuimos en Shinkansen (unas 2 horas), y de Nagoya a Nakatsugawa tardamos otra hora más en el JR Chuo Line. En Nakatsugawa no vimos mucho, tan sólo la estación, y lo que pudimos observar desde el autobús que nos llevaba a Magome (otra media hora y 540yen).


Tras la subida en autobús, nos quedamos en una parada junto a la calle principal de Magome, que es una cuesta enorme con bastantes edificios tradicionales a cada lado, entre ellos el museo de la zona, o un molino de agua que daba un ambiente muy rural al lugar. Al lado contrario de la cuesta, vistas increibles a la zona más baja de la montaña, con innumerables campos de cultivo.




Magome es un lugar muy bonito, como puede verse por las fotos. El estilo arquitectónico de las casas es muy rural, y está rodeado de plantas y estanques que se van llenando con el agua que cae de las montañas, cuyo sobrante cae por los laterales de la calle principal hasta el molino. Los locales aquí son principalmente lugares para comer la gastronomía local, y ryokans (hoteles tradicionales) que seguro que ofrecen otra cara más al visitante que quiera conocer Magome.

Tras recorrer Magome, quedaba el trayecto hasta Tsumago atravesando la montaña. Unos 8km de recorrido bastante bonito, y con la suerte de que no nos llovió apenas y pudimos disfrutarlo plenamente.


Todo iba perfecto hasta que, recorridos 1.5km aproximadamente, nos topamos con el siguiente inquietante cartel:

No hace falta saber mucho japonés para saber que un cartel con un oso, en amarillo, y con la fecha en rojo del día 15 de Julio  (...justo ese día) no puede significar nada bueno. Y si lo siguiente que encuentras es una campana con un cartel que pone: "Haz sonar la campana fuerte contra los osos" pues la cosa no mejora desde luego.


Por suerte no vimos ningún oso, y todo fue medianamente bien. Había muchísimas campanas durante todo el trayecto, y eso me hacía sentir muy seguro: "La campana es más poderosa que la espada" dicen. 




Durante toda la ruta, además de multitud de carteles señalando con relativa precisión el camino que debíamos seguir, también había lugares de descanso cada 1 o 2 kilómetros, con baños y agua que pensamos era potable.



Toda esta zona, que corresponde sobre la mitad de toda la ruta, a diferencia de lo que pensábamos al principio se hace ligera de recorrer, con multitud de puntos de descanso, caminos medianamente transitables, y constantes indicaciones para no perderse. Recomendamos hacerlo desde Magome a Tsumago, pues es mayoritariamente en bajada y se hace más fácil (aunque los primeros kilómetros no lo parezca). A los dos tercios de camino o así, salimos de lo que era la parte de bosque más espeso, y empezamos a ver más cielo, más vistas y poco a poco más casas, muchas de ellas con sus campos de arroz al lado para su propio consumo.






La zona es preciosa. Además, tuvimos la suerte de que el cielo estaba lo suficientemente nublado como para tener una agradable temperatura y poder ver todos los caminos con neblina, pero no nos llegó a llover en serio hasta mucho más tarde. Nos topamos con algunos residentes de la zona, que nos miraban desconfiados, sin separar la vista de nosotros hasta que nos hubiéramos marchado (pese a ser una ruta turística, no parece que pasen demasiados viajeros). Algunos trabajaban en los campos, otros sólo se asomaban a la puerta para vernos pasar, y los más valientes se atrevían a preguntarnos de donde éramos, para terminar cantando "ohhh win win, congratulations!!" al decirles que éramos españoles.









En algunas partes del camino, podía verse una ligera niebla recorriendo los caminos y bajando las cuestas. No mucho tiempo después nos topamos con lo que parecía ser la entrada a Tsumago, había terminado la ruta. Los osos ya no podrían hacernos nada.


Tsumago es un pueblo mucho más tranquilo que Magome, apenas vimos a dos o tres residentes del lugar, las casas tienen un estilo aún más antiguo, parecen sacadas de una película de samurais. Vimos un templo, llamado Kotoku, pero estaba cerrado y empezaba a hacerse tarde.





Decidimos seguir hacia adelante para intentar llegar a la estación JR Nagiso lo más pronto posible, a poder ser antes de que anocheciera y de que empezase a llover más, cosa que sucedió a los pocos minutos.




Empezamos a darnos prisa porque la lluvia empezó a pegar fuerte, y cuando nos quisimos dar cuenta habíamos perdido los indicadores para ir a la estación, y tuvimos que ir preguntando a la gente. No andábamos lejos de ella y al preguntar a una señora que iba en su coche, ésta nos ofreció llevarnos. Menudo favor nos hizo. De hecho, no nos llevó a la Nagiso Station, sino directamente a Nakatsugawa, el lugar donde cogimos el autobus. Su nombre era Michiko Tanaka. Muchas gracias!!


La gente de este país me sigue sorprendiendo cada día. Son los más fríos y secos para casi cualquier cosa, son increiblemente distantes, y aún así se transforman en las personas más simpáticas y cálidas del universo cuando se trata de ayudar a alguien, incluso a dos extranjeros con tan mala pinta como nosotros.

Allí en la estación, una enorme sensación de "Misión Cumplida" que se vendría abajo cuando el tren de vuelta a Nagoya se paró en medio de la vía...durante 2 horas enteritas. Cuando llegamos a Nagoya, sobre las 22.30, el último Shinkansen a Tokio acababa de marcharse, así que la única opción era esperar allí hasta las 5-6 de la mañana del día siguiente. Estuvimos mirando los precios de los hoteles de la zona, pero finalmente decidimos meternos en un Internet cafe que había junto a la estación, y que ofrecía cubículos privados con colchoneta y ordenador para pasar toda la noche. Pese al alboroto de los cubículos adyacentes, en el que creemos que había dos japonesas leyendo todo el manga disponible, pudimos dormir algo. Al día siguiente, vuelta de Nagoya a Tokio y a descansar del laaargo día.

6 comentarios:

Unknown dijo...

Me ha encantado este dia, y como decis me ha soprendido gratamente el trato que estais recibiendo por parte de los japos cuando necesitais ayuda ^^

PD: tremendo lo de los osos y la sugestion de las personas con el tema de las campanitas como cuando dormimos tapados y nos sentimos mas seguros como si fueran antibalas/antimonstruos/antichuchillos xDDDD

Chema Valle dijo...

Yo sigo pensando que fueron osos que sabían japonés los que pusieron los carteles y las campanitas, asi no tienen que estar atentos para la caza. Por suerte no las hicimos sonar.

Unknown dijo...

xDDDDDD yo pensaba que habia que ir dandole para que no vinieran y que ibais dandole a cada una de ellas, os arriesgasteis xD

María Mercedes dijo...

Vaya cosas raras visteis ese día! Carteles y campanas-osos, señoras que suben en el coche a dos extraños extranjeros, pueblos vacíos, trenes que se retrasan (nunca pensé que en Japón los trenes se parasen en medio de la vía dos horas, se ha roto la imagen de super eficiencia que yo tenía de sus medios de transporte)y chavalas que pasan la noche en un cyber mirando manga... aunque igual eso último no es tan raro.

grand-ert dijo...

Tres comentarios
1.- Creo que los osos son los que escriben los carteles, para meter miedo y que los barbaros extranjeros no se los coman asaditos con papas.
2.- ¿Estais seguros que la señora que os llevo amablemente en su coche no tenia colmillos largos y afilados?. ¿os habeis examinado el cuello?....
3.- Sobre el Ciber-café-dormitorio-multiple prefiero no opinar pues es posible que haya niños leyendo, pero hay cosas que me parecen muy sospechosas.
4.- Otro comentario. Las fotos magnificas y el texto me recuerda a las aventuras de Sandokan.

Ernesto dijo...

La conclusión más lógica es que la señora del coche fuese un oso. A las niñas de al lado las hubiéramos espiado si no fuera por las bolas con pinta de camaras de vigilancia q habia en el techo. No se debe permitir todo ahí dentro