Kamakura es una ciudad costera cercana a Tokio, bastante agradable, rodeada con algunos montes y bosques desde los que se pueden tener bonitas vistas de la ciudad, y que destaca por algunos templos y por una estatua budista.
Quedamos todos en Shibuya, junto al perro Hachiko, y fuimos en la JR Shonan Shinjuku Line hasta Kitakamakura, que es la estación anterior a la principal de Kamakura para poder empezar la ruta allí y terminarla en el centro de la ciudad. En el tren de camino a Kitakamakura nos encontramos de nuevo con los españoles que conocimos en Nikko, y estuvimos con ellos buena parte de la visita.
Junto a la estación está el Engakuji, un templo de 300yen la entrada que consta de varios edificios en un amplia área, con algunos ancianos dibujando y otros haciendo ejercicio. Son varias cuestas que culminan en un pequeño jardín con algunas pequeñas estatuas y templetes. Un lugar agradable pero prescindible en mi opinión.
Desde ahí, camino a la ruta del Daibutsu nos topamos con otros dos templos, de los cuales sólo entramos en el Jochiji, de 200yen la entrada. Éste templo estuvo bastante bien, tenía al principio un edificio con tres imágenes budistas, y desde allí se parte a un camino que rodeaba todo el templo, y que pasaba por varios cementerios y por distintas cuevas dedicadas a distintas deidades. Una de las cuevas se perdía en el fondo de la montaña y nos quedamos con ganas de saber hasta donde conducía..., probablemente propiedad de algún monstruo responsable de todas esas lápidas.
Al salir del templo, directamente nos encaminamos por la ruta del Daibutsu. Este camino de cabras recorre de norte a sur parte de la ciudad a través del bosque, para terminar a pocos metros del gran buda de bronce tan representativo de Kamakura. Además, durante la ruta hay varias visitas que no se pueden alcanzar si no es haciéndola.
Personalmente, me pareció una ruta demasiado asquerosa, había bastante barro y la probabilidad de resbalón era bastante alta en cada paso. Tampoco ofrecía demasiadas vistas en la mayoría de recorrido, por lo que nos limitábamos a mirar el suelo para evitar caernos (cosa que algunos conseguimos). Ya leimos en la guía que no era recomendable ir tras un día de lluvia, pero al menos esperaba encontrar algo más en el sendero..., nada que ver con rutas por Miyajima, Inari, o Magome/Tsumago. En la primera parada, nos topamos con el parque Gengiyama, donde está la estatua de Minamoto Yorimoto, un poderoso shogun del 1200.
La visita al parque coincidió con una excursión de niños que desde luego no venían por nuestra ruta. Pero lo peor del camino del Daibutsu aún estaría por llegar. Tras cientos de metros que tardamos bastantes minutos en recorrer, al fin llegamos a la salida y a la carretera, con barro hasta las cejas aunque sin ninguna víctima que lamentar.
Unos metros más al frente nos topamos con la entrada al Daibutsu, el buda de bronce de kamakura. La entrada costó unos 200yen y allí pudimos descansar, a la vez que apreciar la escultura.
El buda está completamente hueco, por lo que es posible entrar dentro (no hay mucho que ver ahí, tan sólo detalles de cómo fue construido), y para iluminar el interior el buda posee un par de ventanas en la espalda que nos llamaron bastante la atención...
Ya cerca de la hora de cierre de los templos, y con bastante hambre, decidimos hacer un último esfuerzo para ver el templo Hasedera. Un templo localizado en la parte oeste de la ciudad, y que destaca por las vistas que ofrece de la misma, y por una imponente estatua interior (no fotos) de Kannon, una bodhisattva de la compasión con once caras.
El Hasedera, como la mayoría de templos en Japón, también consta de varios edificios rodeados de jardines o templetes menores. También pudimos entrar en una pequeña cueva junto al edificio principal cuyas paredes estaban adornadas con estatuas en la piedra de diferentes imágenes divinas, todas mojadas de lo que se filtraba a través de la roca. Muy bonito, aunque complicado para gente grande entrar ahí dentro. También en otra pequeña sala había un montón de estatuillas que al parecer se compraban allí y debían dar suerte o algo..
Tras salir del Hasedera, nos fuimos junto a la playa a buscar un sitio para comer y encontramos esto:
Una especie de bar para surferos con muy buena pinta. Comimos bastante bien (comida occidental, eso si), y las vistas de la playa, con bastante gente practicando surf al atardecer, era el acompañamiento perfecto para un merecido descanso.
Desde allí, camino a la estación de Kamakura. Vimos a un niño pequeño con la camiseta de Torres de la selección (pobre chaval, ¿estaban agotadas todas las demás?) y una vez en el tren, camino de vuelta a Shibuya.
Al volver, ya de noche, decidimos dar una vuelta por el barrio y capturar el paisaje nocturno de una de las zonas principales de Tokio. Estuvimos bicheando en algunas tiendas, y vuelta para el hotel.
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